José José y la dura infancia a la que se enfrentó

José Rómulo Sosa Ortiz, mejor conocido como José José, nació el 17 de febrero de 1948, a las 6:10 de la tarde, en una casa vieja que estaba llena de humedad y alacranes, como él la describe, esto en la calle De las Artes, hoy Antonio Caso, en la colonia San Rafael, en el centro de la Ciudad de México. Fue el primogénito de dos grandes artistas: el tenor José Sosa y la concertista de piano Margarita Ortiz. 

 

Cuando tenía 3 años, sus papás decidieron mudarse a la calle de Tebas 32, en avenida Cuitláhuac y Azcapotzalco, en Clavería, con sus abuelos maternos Francisco H. Ortiz y Carmelita, donde vivió hasta su juventud, rodeado del gran amor de sus padres y la familia materna. Creció en medio de tradiciones, de mucha diversión y, sobre todo, de música. Tuvo un hermano, Gonzalo, quien nació tres años después que él; y una hermanita que murió a la semana de nacida, por problemas en el corazón. Al ser sus  padres dos importantes músicos de la época, el don musical lo traía José en las venas, pues desde los 6 años inició su gusto por este arte y ya entonaba lo que serían sus primeras canciones. 

 

En el kínder conoció la música de Francisco Gabilondo Soler, Cri- Cri, ya que su papá le regaló un disco de “El Grillito Cantor”, a quien consideró su primer maestro de canto y música; sin olvidarse de la ópera y la música clásica que siempre se escuchaba en su casa, aunque también le encantaba la música popular, la cual oía a escondidas. 

 

 

 

A los 7 años de edad ya se había aprendido dos temas: “El jinete”, de José Alfredo Jiménez, y “Cien años”, de Chucho Monge. A los 9 años participó de manera breve en teatro, fue en el primer acto de El elixir de amor, de Donizzetti; sólo actuó 10 minutos y fue su debut y despedida en Bellas Artes. 

 

Don José Sosa también mantenía a su familia, de cantar y tocar el órgano en las iglesias, pero el pequeño José también empezó a trabajar con su abuelita, que vendía ropa, pues le ayudaba a cargar las bolsas por toda la colonia. Fue a los 11 años que entró a una fábrica de bobinas y partes eléctricas. 

 

En la escuela siempre fue el elegido para entonar el Himno Nacional, hasta tercero de secundaria, y estuvo en concursos de canto representando al Instituto Estado de México; lo elegían porque siempre ganaba. José siempre cantaba los temas de “Cri-Cri”, y de premio le daban un peso, el cual llevaba a su mamá para ayudarla con los gastos de la casa. 

 

 

Una de sus grandes pasiones fue tocar el piano; lo aprendió a escondidas, pues su papá no quería que se dedicara a la música, prefería que fuera médico o ingeniero. Luego pasaron por problemas económicos, y a petición de su padre, desde joven José aprendió a lavar trastes, barrer, lavar ropa, cambiar clavijas y conexiones eléctricas. Pero uno de los principales problemas que José vio en su padre fue el alcoholismo y la neurosis que vivía; aunado a eso, su rendimiento escolar fue disminuyendo, ya que vivía constantes desveladas con su papá, quien al llegar a altas horas de la madrugada, le pedía que se levantara y lo acompañara para seguir bebiendo. Tiempo después, doña Margarita se enteró de que su esposo tenía otra familia y lo corrió de la casa.