Con tal de lucir más joven, Anabel Ferreira, de 55 años, se sometió a un tratamiento de rejuvenecimiento facial el pasado 17 de octubre, con el cirujano Raúl López Infante, para quitarse un poco de papada, las bolsitas de los párpados y mejorar las líneas de expresión.
Platicamos con la actriz y nos contó que está muy contenta con los resultados.
-¿Te rebanaron la cara?
“(Ríe) Un poco; fue algo sencillo, en las bolsas de los ojos, los párpados, que empiezan a caerse, y muy poquita papada”.
-¿Fue doloroso?
“No me dolió nada, quizá es un poco incómodo, pero nada del otro mundo; además, me desinflamé muy rápido y me siento perfecta. No estuve hospitalizada y salí el mismo día”.
-Dinos, ¿cuándo te quitaron los puntos?
“Unos días después; yo no quería que me descosieran para tener mi disfraz de Halloween, pero no me dejaron (ríe)”.
-¿Estás contenta con los resultados?
“Sí, porque cuando te pones en manos de alguien que no cambia tu expresión, lo agradeces; por eso fui con el mejor doctor, porque sabía que me haría un buen trabajo. Cuando me vi, dije: ‘wooow, sí soy yo, sólo que más fresca. Quedé muy contenta porque no cambió la forma natural de mi cara”.
Con tal de lucir más joven, Anabel Ferreira, de 55 años, se sometió a un tratamiento de rejuvenecimiento facial el pasado 17 de octubre, con el cirujano Raúl López Infante, para quitarse un poco de papada, las bolsitas de los párpados y mejorar las líneas de expresión.
Platicamos con la actriz y nos contó que está muy contenta con los resultados.
-¿Te rebanaron la cara?
“(Ríe) Un poco; fue algo sencillo, en las bolsas de los ojos, los párpados, que empiezan a caerse, y muy poquita papada”.
-¿Fue doloroso?
“No me dolió nada, quizá es un poco incómodo, pero nada del otro mundo; además, me desinflamé muy rápido y me siento perfecta. No estuve hospitalizada y salí el mismo día”.
-Dinos, ¿cuándo te quitaron los puntos?
“Unos días después; yo no quería que me descosieran para tener mi disfraz de Halloween, pero no me dejaron (ríe)”.
-¿Estás contenta con los resultados?
“Sí, porque cuando te pones en manos de alguien que no cambia tu expresión, lo agradeces; por eso fui con el mejor doctor, porque sabía que me haría un buen trabajo. Cuando me vi, dije: ‘wooow, sí soy yo, sólo que más fresca. Quedé muy contenta porque no cambió la forma natural de mi cara”.