Carlos González, de 38 años, tiene esposa y una hija. Trabaja en la Central de Abasto llevando frutas y verduras a los mercados; no usaba cubrebocas, tampoco lavaba sus manos con frecuencia porque creía que el Covid-19 era un invento, hasta que se contagió. Conoce su historia.
-Carlos, ¿cuándo comenzaron tus síntomas?
“Yo no creía en esta enfermedad, pero el 22 de abril me sentí mal, con temperatura y tos, y al día siguiente no fui a trabajar. Fui al doctor y me recetó cinco inyecciones, no recuerdo de qué, y me recomendó no salir porque podría ser Covid-19, pero por necesidad salí a trabajar. Tres días después me sentí tan cansado, que ya no fui a trabajar al mercado porque amanecí muy mal”.
OMS alerta que la pandemia del Covid-19 empeoraría por esta fuerte razón
-¿Qué hizo tu familia?
“Me trasladaron a un hospital, pero no me recibieron; entonces después me llevaron a un doctor particular, pero tampoco me quiso recibir... es más, le dijo a mi familia que yo ya no me iba a salvar. Mi familia me aisló, pero a los dos días los pulmones no me ayudaban, me salió sangre de la nariz y ya tampoco podía respirar. Me trasladaron al Hospital de Santa Catarina, en Iztapalapa, pero no me recibieron ni ahí, ni en otros hospitales; entonces a un amigo se le ocurrió llevarme al Hospital Belisario Domínguez, en Tláhuac, y ahí sí me aceptaron”.
-¿Recuerdas haber sido ingresado?
“Cuando llegué ahí ya no hablaba, ni me movía; mi esposa fue la que me ingresó. Sólo sé que cuando yo entré al hospital estaba a nada de que me diera un infarto porque tenía sólo 30 de nivel de saturación de oxígeno, cuando lo normal es arriba de 90. Yo no podía hablar ni moverme, pero nunca perdí la conciencia total. Recuerdo que me metieron, me pusieron oxígeno y suero, eran como las 8 de la noche y desperté como a la medianoche, pero no sabía qué hacía ahí. Me dio temperatura y dos enfermeros me atendieron, me dormí y después me llevaron de comer. Durante 18 días sólo pude tomar té de limón, jugo de manzana y un poco de gelatina”.
-¿Cuándo te dieron de alta?
“El 19 de mayo me dieron de alta y salí emocionado porque ahí estaba mi esposa; pero en la casa me asustaba porque si me ponía mal, no tengo ni oxígeno ni suero. Gracias a Dios me logré recuperar y mi esposa no se me enfermó”.
-¿Regresaste a trabajar?
“Sí, los gastos siguen y hay que trabajar, pero mis compañeros me hacen el feo por haberme enfermado. Pero qué bueno que al menos creen; yo no lo creía hasta que me enfermé, pero sobreviví y ahora le digo a la gente: ‘Cuídense, ¡esto es verdad!’”, contó.
Por otra parte, Agustín Martínez, de 56, nos contó como se recuperó:
“Tengo 56 años y trabajo en el Centro de Transferencia Modal El Rosario (CDMX), en el paradero como despachador. Me contagié porque es una zona de alto riesgo por tanta afluencia de gente. Mis primeros síntomas fueron: dolor de hueso, temperatura, dolor de cabeza y náuseas y diarrea”.
“Tras dar positivo, recibí un tratamiento médico durante 15 días con paracetamol, azitromicina y jarabe para la tos. Mi hermano me dijo que tomara un té de carne de gato montés y epazote de zorrillo, que un amigo suyo lo había hecho. Nunca dejé mi tratamiento y tomé todo tipo de tés. Por fortuna, pude recuperarme”, dijo.
Rogelio, hermano de Alfredo Ochoa, de 64 años nos contó lo que éste vivió:
“Mi hermano es viene viene y sufre diabetes; en noviembre pasado le dio un derrame cerebral. Hace cuatro semanas se puso mal y lo llevamos al Hospital General de Atizapán (Edomex). Lo recibieron en urgencias con una complicación en el riñón e infección en el pulmón izquierdo; le hicieron la prueba del Covid-19 y días después salió positiva”.
“Íbamos diario al hospital, pero no lo veíamos. Nos mantuvimos en contacto con él por videollamada y no se le veía por dónde salvarse. No lo intubaron porque nosotros dijimos que no, que fuera lo que Dios quisiera. Pero se aferró a la vida y ahora está en casa con nosotros, recuperándose, aunque aún no puede hablar”, finalizó.
López-Gatell señala que velocidad de cambio de la epidemia de Covid-19 va a la baja
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Carlos González, de 38 años, tiene esposa y una hija. Trabaja en la Central de Abasto llevando frutas y verduras a los mercados; no usaba cubrebocas, tampoco lavaba sus manos con frecuencia porque creía que el Covid-19 era un invento, hasta que se contagió. Conoce su historia.
-Carlos, ¿cuándo comenzaron tus síntomas?
“Yo no creía en esta enfermedad, pero el 22 de abril me sentí mal, con temperatura y tos, y al día siguiente no fui a trabajar. Fui al doctor y me recetó cinco inyecciones, no recuerdo de qué, y me recomendó no salir porque podría ser Covid-19, pero por necesidad salí a trabajar. Tres días después me sentí tan cansado, que ya no fui a trabajar al mercado porque amanecí muy mal”.
OMS alerta que la pandemia del Covid-19 empeoraría por esta fuerte razón
-¿Qué hizo tu familia?
“Me trasladaron a un hospital, pero no me recibieron; entonces después me llevaron a un doctor particular, pero tampoco me quiso recibir... es más, le dijo a mi familia que yo ya no me iba a salvar. Mi familia me aisló, pero a los dos días los pulmones no me ayudaban, me salió sangre de la nariz y ya tampoco podía respirar. Me trasladaron al Hospital de Santa Catarina, en Iztapalapa, pero no me recibieron ni ahí, ni en otros hospitales; entonces a un amigo se le ocurrió llevarme al Hospital Belisario Domínguez, en Tláhuac, y ahí sí me aceptaron”.
-¿Recuerdas haber sido ingresado?
“Cuando llegué ahí ya no hablaba, ni me movía; mi esposa fue la que me ingresó. Sólo sé que cuando yo entré al hospital estaba a nada de que me diera un infarto porque tenía sólo 30 de nivel de saturación de oxígeno, cuando lo normal es arriba de 90. Yo no podía hablar ni moverme, pero nunca perdí la conciencia total. Recuerdo que me metieron, me pusieron oxígeno y suero, eran como las 8 de la noche y desperté como a la medianoche, pero no sabía qué hacía ahí. Me dio temperatura y dos enfermeros me atendieron, me dormí y después me llevaron de comer. Durante 18 días sólo pude tomar té de limón, jugo de manzana y un poco de gelatina”.
-¿Cuándo te dieron de alta?
“El 19 de mayo me dieron de alta y salí emocionado porque ahí estaba mi esposa; pero en la casa me asustaba porque si me ponía mal, no tengo ni oxígeno ni suero. Gracias a Dios me logré recuperar y mi esposa no se me enfermó”.
-¿Regresaste a trabajar?
“Sí, los gastos siguen y hay que trabajar, pero mis compañeros me hacen el feo por haberme enfermado. Pero qué bueno que al menos creen; yo no lo creía hasta que me enfermé, pero sobreviví y ahora le digo a la gente: ‘Cuídense, ¡esto es verdad!’”, contó.
Por otra parte, Agustín Martínez, de 56, nos contó como se recuperó:
“Tengo 56 años y trabajo en el Centro de Transferencia Modal El Rosario (CDMX), en el paradero como despachador. Me contagié porque es una zona de alto riesgo por tanta afluencia de gente. Mis primeros síntomas fueron: dolor de hueso, temperatura, dolor de cabeza y náuseas y diarrea”.
“Tras dar positivo, recibí un tratamiento médico durante 15 días con paracetamol, azitromicina y jarabe para la tos. Mi hermano me dijo que tomara un té de carne de gato montés y epazote de zorrillo, que un amigo suyo lo había hecho. Nunca dejé mi tratamiento y tomé todo tipo de tés. Por fortuna, pude recuperarme”, dijo.
Rogelio, hermano de Alfredo Ochoa, de 64 años nos contó lo que éste vivió:
“Mi hermano es viene viene y sufre diabetes; en noviembre pasado le dio un derrame cerebral. Hace cuatro semanas se puso mal y lo llevamos al Hospital General de Atizapán (Edomex). Lo recibieron en urgencias con una complicación en el riñón e infección en el pulmón izquierdo; le hicieron la prueba del Covid-19 y días después salió positiva”.
“Íbamos diario al hospital, pero no lo veíamos. Nos mantuvimos en contacto con él por videollamada y no se le veía por dónde salvarse. No lo intubaron porque nosotros dijimos que no, que fuera lo que Dios quisiera. Pero se aferró a la vida y ahora está en casa con nosotros, recuperándose, aunque aún no puede hablar”, finalizó.
López-Gatell señala que velocidad de cambio de la epidemia de Covid-19 va a la baja
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