Una nalgada le hace daño a tu hijo más de lo que te imaginas

Los golpes, e incluso una simple nalgada, aumentan su nivel de estrés y detona los siguientes problemas: Déficit de atención, memoria y lenguaje. Menor desarrollo intelectual. Aumenta el riesgo de desarrollar un comportamiento agresivo.

Descarta los métodos autoritarios o demasiado permisivos, a través de la disciplina positiva, que consiste en educarlo con una actitud de firmeza, pero con empatía y sin maltratos ni gritos.

Crea rutinas para evitar conductas no deseadas. Si juega, debe recoger sus juguetes, y evita obligarlo por medio del castigo; mejor dile que si no lo hace, no verá la tele.

Controla tus emociones, para guiar las de tus hijos. En vez de invertir mucho tiempo en controlar a tus hijos, ocúpate en dominarte a ti mismo o en buscar soluciones para no llegar al castigo físico.

Trátalo con respeto y cuida tu lenguaje. Entre más lo castigues por falta de autocontrol, menos aprenderá, ya que los gritos y castigos crean una respuesta inmediata, pero no duradera; no sabrá cuál fue su error o cómo debe comportarse.

Reconoce su logro y felicítalo. Toma en cuenta su esfuerzo, así acrecentará la conducta que quieras que repita o que mejore.